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El “Comegente” venezolano, uno de los pocos caníbales y asesinos en serie conocidos en Venezuela

José Dorángel Vargas nació en 1957 en Caño Zancudo en el estado Mérida, Venezuela. Desde niño trabajó en la agricultura junto a su familia lo que hizo que estudiara hasta 6to grado de primaria.

Antes de ser conocido y recibir sus apodos, solía ser un vagabundo que dormía bajo un puente en Táriba, en el estado Táchira (no hay registros de cómo llegó a ser vagabundo). Empezó a cometer delitos menores ocasionándole ir a prisión dos veces por robar ganado y gallinas pero su nombre empezó a ser conocido luego de su tercer arresto en 1995 por el asesinato e ingesta de su primera víctima Cruz Baltazar Moreno, con quien compartía un lugar debajo del puente. Y por ello fue encerrado en el Instituto de Rehabilitación Psiquiátrica de Peribeca en Táchira donde lo diagnosticaron de un grave caso de esquizofrenia paranoide. Después de dos años de tratamiento, lo liberan y la justicia consideró que llevaría una vida “normal” en la indigencia y se perdió su rastro.

Pero a inicios de 1999, la desaparición de aproximadamente 10 hombres obreros y corredores que frecuentaban el parque 12 de febrero en Táriba, alteró a la policía local y empezaron hacer sus investigaciones. Justo el 12 de febrero de ese año, unos miembros de Defensa Civil encontraron los restos de dos jóvenes y alertaron a las fuerzas de seguridad. Indagando sobre la zona, encontraron los restos dispersos de seis cuerpos más. Hicieron varias hipótesis incluyendo rituales satánicos o ajustes de cuentas de bandas de narcos, hasta que recordaron el caso de Dorángel en 1995 por haberse comido a un hombre. Y al encontrar donde vivía, en una choza improvisada cerca de la zona de donde se encontraron los restos de las víctimas, se toparon con algo más pertubador.

Encontraron varios recipientes que contenían carne humana y vísceras preparadas para el consumo, así como tres cabezas y pies y manos de distintos humanos. Básicamente una carnicería pero de humanos. (La imagen es la de unos de los pies que se encontraron en su casa). Se cree que cometió los crímenes entre finales de 1998 y principios de 1999, momentos en los que los familiares notificaron a la policía sobre los desaparecidos. Cazaba a sus víctimas con un tubo en forma de lanza, los descuartizaba, guardaba las partes que se comía para cocina y luego enterraba los pies, manos y cabezas. Algunos rastros también los deshizo lanzándolos por el río que había cerca. Como no tenía nevera para guardar la carne, mataba aproximadamente dos personas por semana.

Después de ser detenido, confesó casi todos sus crímenes y se calcula que asesino entre 10 a 30 personas. Entre sus declaraciones, las más resaltantes fue al hablar de sus primeras víctimas. Luego de que lo liberaran en 1997 del instituto psiquiátrico, buscó al mendigo que delató su crimen, llamado Antonio López Guerrero, y corrió la misma suerte que Cruz Baltazar Moreno. Dijo que le comió el corazón “todavía caliente” y la totalidad de su carne. También habló de una de sus víctimas en diciembre, su vecino, y dijo “No me arrepiento de lo que he hecho, porque me gusta la carne y no soy el único, en diciembre compartí al vecino Manuel “pana” que era muy buena persona y yo me dije, si es tán buen vecino tiene que estar bien sabroso.

Total que hice unas empanadillas con él y las compartí con los conocidos que en todo momento alabaron la sabrosura del relleno. Quizá ahora piensen mal de mi, pero yo lo hice con la mejor buena voluntad del mundo, como recomienda la iglesia yo compartí mi entonces… También confesó que le gustaba poner ojos a la sopa, le gustaba comer la panza porque se encontraban los sabores “más exquisitos”. Lo que menos le gustaba eran los pies, las manos y la cabeza porque le causaban indigestión pero de vez en cuando aprovechaba

esas partes para hacer sopas. Tampoco consumía mujeres porque tenían un sabor más dulce y le dejaban el estómago flojo, como si no hubiera comido nada. También dijo que no comía hombres gordos porque tienen mucha grasa y eso subía el colesterol y no consumía niños.

Hoy en día Dorángel Vargas, el Hannibal de Los Andes o el Comegente está cumpliendo su sentencia de 30 años en una celda de la Dirección de Seguridad y Orden Público del Estado de Táchira. Se estima que saldrá de la cárcel en el 2029. Me faltó agregar que su sentencia es de 30 años porque es la máxima pena en Venezuela que se le puede dar a una persona.