
Alrededor de las 9:00 de la noche, los estudios de Radio Nacional de Venezuela (RNV) recibieron la segunda llamada del programa Nos Vemos en la Radio, espacio que conduce el primer vicepresidente delPartido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) , Diosdado Cabello y su hija Daniella. Se trataba de Sorelys Urriola, habitante de Carora, histórica ciudad ubicada en el estado Lara.
Al comenzar la conversación, Sorelys se mostró emocionada de haber logrado contacto telefónico, pero luego, ofreció excusas si la voz se le cortaba o lloraba pues quería compartir su realidad.
“¿Y por qué vas a llorar pues?” fue lo primero que con su habitual jocosidad le dijo Cabello. Sorelys Urriola, de oficio técnica dental, le contó al también presidente de la Asamblea Nacional Constituyente sobre la crisis por la que estaba atravesando. Se mostró al natural, humana, triste, sentimental, errática y débil, dispuesta a irse del país por no contar con vivienda, por haber sido humillada, por haber sido vejada, maltratado por quienes creía sus compañeros por haber trabajado para los más necesitados y por haberse mostrado como “chavista”.
Le dijo, entre lágrimas y voz cortada, que en tan sólo en cuatro días se iría del país, con rumbo a Cúcutapara buscar algo “mejor” que ofrecer a sus hijos, entre ellos una adolescente de 15 años de edad, cumplidos en enero pasado.
“No, no Sorelys (…) En ninguna parte te van a tratar mejor que en tu Patria. Esta Patria no se la vamos a dejar a quienes quieren destrozarla”, le dijo el primer vice presidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv).
Cabello escuchó con atención el caso de Sorelys. Le dejó hablar. Tomar pausa y proseguir. Conmovido y preocupado se comprometió ante todos los radioescuchas a ayudarle. “Con tus dolores y tus tristezas, con tú alegría y con tú amor, nos has contado esta noche todos tus penares. Mañana en la tarde debe estar llegando alguien de mi equipo a conversar contigo. Vamos a poyarte con vivienda y los materiales para que hagas las prótesis dentales”, dijo.
Sorelys le comentó a Cabello que su decisión era irse a Cúcuta, pero estando al aire en el programa cambió de opinión. Contó que su esposo Albert le dijo que no se fueran porque Diosdado les daba una esperanza, para seguir en la tierra que les vio nacer.
Y así, en tan solo 30 minutos, Cabello personificando a la revolución convirtió lágrimas en risas, desesperanza en esperanza, tristeza en alegría.